Cada vez que se aproxima un debate electoral, aparecen todo tipo de personajes a predicar y despotricar. Muchos de ellos predican de lo que no saben y critican lo que no entienden.
En los últimos meses ha cogido fuerza la postura de grupos estudiantiles que impulsan el voto joven, el voto nuevo, el voto que no tiene pasado, ese voto que siendo sinceros tiene mucho futuro.
Pues bien, no hay duda qué en este país es necesario que los jóvenes participen más de los procesos políticos, de esta manera pueden ser parte de la solución, pueden conocer la realidad de sus organizaciones gubernamentales, pueden conducir el estado, pueden refrescar las instituciones.
Pero cuidado, una cosa es que en política se necesiten los jóvenes, y otra cosa bien distinta es que sobren los viejos.
Recordemos que los jóvenes del país son aproximadamente 12.672.168, con edades que van de 14 a 28 años y que representan el 25% de la población total. Lo anterior indica que 39.000.000 de colombianos no son jóvenes, son niños, adolescentes o adultos y representan el otro 75% de la población.
No hay duda qué la conducción del país necesita nuevas ideas, nuevos pensamientos, acompañados de grandes experiencias y mucho conocimiento acumulado.
Es urgente que los muchachos se metan de lleno a la política, eso le permitirá conocer desde adentro y les permitirá entender muchas cosas que hoy no acaban de asimilar, pues algunos vendedores de humo, en su afán por reclutarlos, les proponen imposibles y les venden fantasías.
La llegada urgente de los jóvenes no implica la salida inmediata de los viejos, aquí no sobra nadie.
También ha venido haciendo carrera la necesaria presencia de las mujeres en la política, en el gobierno, en la administración. Asunto que es apenas entendible si tenemos en cuenta que la capacidad de las mujeres no se pone en duda, de hecho, en muchos campos nos superan de lejos.
Nada justifica que en un país donde la población femenina supera ligeramente a la masculina, 51,17 % mujeres y 48,83 % hombres, se tenga una presencia tan discreta en corporaciones públicas, basta con decir qué en Caldas de 311 concejales, se tienen 70 concejales femeninas, solo en un municipio hay más mujeres que hombres en el concejo, me refiero a Viterbo, y en tres municipios no hay una sola mujer, Manizales, Samaná y San José, además de eso, de 14 diputados, solo se tienen 3 damas y de 27 alcaldes solo una mujer al frente del gobierno.
Obvio que se necesita la participación de las mujeres, pero eso no indica que los hombres sobren en el ejercicio político, muy por el contrario, se necesitan, deben estar justamente para que se dé el justo equilibrio que se reclama en defensa de la participación de la mujer, pues resultaría torpe que salieran todos los hombres y entraran solo mujeres, de la misma manera en que es necio lo que ocurre hoy, donde predominan los hombres. Por eso es necesario apurar el paso con las listas cremallera (listas cerradas, conformadas alternativamente una mujer, un hombre, o un hombre, una mujer y así sucesivamente).
Se necesita la izquierda para que se defiendan ideas que a la derecha le parecen poco atractivas, como la defensa de los derechos de los trabajadores, la defensa de la organización sindical, por citar un solo ejemplo; también se necesita a la derecha, pues, así como los trabajadores necesitan quien los defienda, los inversionistas y los empresarios igualmente demandan quien los represente, quien los fortalezca, quien les brinde garantías y seguridad.
No se trata, como algunos quisieran, que la izquierda desapareciera para que la derecha pudiera hacer lo que se le venga en gana. Pero tampoco se trata de remplazar todas las manifestaciones capitalistas para que se entronicen ideales de corte socialista, no señores, la democracia necesita pesos y contra pesos.
Se necesita quien defienda a los ciclistas, sin que por ello se ataque a los automovilistas.
Se necesita quien defienda a los homosexuales, sin que por ello se quiera dejar sin derechos a los heterosexuales.
Se necesita quien defienda a los cristianos, musulmanes, evangélicos, ortodoxos, pentecostales, adventistas, sin que esa defensa justifique atacar a los católicos.
Se necesita quien agite la bandera de las marchas y las protestas, sin que esa defensa implique atacar a la policía o al estado de derecho.
En resumen, las minorías necesitan defensas, sin que ello implique dejar sin efectos los demás derechos, los que en muchos casos son los de las mayorías.
La democracia demanda gobernantes que atiendan los cambios que la humanidad viene dando, sobre todo en temas tan espinosos como la eutanasia, el aborto, los matrimonios igualitarios; pero también necesita gobernantes que defiendan posturas conservadoras frente a los mismos temas, pues finalmente se trata de una co-construcción que permita llegar a las mejores soluciones, no a las mas fuertes o a las mas populares, simplemente a las mejores.
Como se ha visto aquí no sobra nadie, aquí caben todos, aquí deben abrirse espacios para todas las manifestaciones y todas las ideologías, pues finalmente el país es de todos, la nación es pluri cultural y el futuro debe escribirse entre todos, definitivamente es la vida de todos la que está por vivirse.
Por esto y por mucho más, AQUÍ NO SOBRA NADIE.