Los petardos

Un petardo puede ser un elemento con funciones explosivas, pero puede ser también, aquel individuo que llega prevalido de múltiples laureles, pero cuyo desempeño desdice mucho de la expectativa, y por tanto, se convierte en un descalabro o desilusión.

Lo más grave y delicado es cuando a falta de un petardo, se tienen varios petardos, de esos a los que se encomienda el cumplimiento exitoso de una tarea misional, pero que imprudentemente y de manera articulada, sincronizada y casi que rítmica, logran que la empresa iniciada se convierta en un fracaso absoluto, dando al traste con los sueños y esperanzas de aquellos que depositaron su fe y confianza en esos inútiles que solo sirven para dañar y destrozar lo que en manos de cualquier otro hubiera salido de mejor manera.

Pues bien, en nuestra tierra, tuvimos la desgracia de encomendar la ejecución de una inmensa obra a unos petardos que omitieron sus deberes e incumplieron con la tarea que les había sido delegada, por lo que no solo no tenemos la obra, sino que además, no tenemos parte del dinero que debían proteger de manera celosa y juiciosa, y no estamos hablando de cualquier bicoca, estamos hablando de $ 40.000 millones de pesos, dinero que de manera irresponsable y en claro desafío de las normas legales, fueron entregados a un contratista cuando la ley es específica en ordenar que esos desembolsos debían hacerse mediante encargo fiduciario y por avances de obra.  

La historia es simple. En Manizales debe hacerse, sí o sí, una planta de tratamiento de aguas residuales PTAR, lo anterior por mandarlo así una acción popular que ordena recuperar y proteger la cuenca del río Chinchiná a su paso por Manizales y Villamaría.

La planta de tratamiento estaba lista para adjudicarse en 2019 con un tratamiento de caudal de 640 litros por segundo y un costo de construcción de $ 105.000 millones de pesos, pero vino uno de los nuevos sabios de la comarca a reclamar y a exigir que no se hiciera esa adjudicación, asunto que hizo que la gerencia de Aguas de Manizales, tomara la decisión de no adjudicar el contrato y dejarlo en manos del nuevo gobierno, de ese que exigía, denunciaba y reclamaba.

Pues bien, el nuevo gobierno local de Manizales, que tanto sabía de plantas de tratamiento, hizo la adjudicación, con dos pequeñas variaciones, ahora no trataría 640 litros por segundo, sino 570 litros por segundo, pero además, ya no tendría un valor de $105.000 millones, sino que fue adjudicada por $ 147.000 millones, es decir que valía 40% más, para tratar 11% menos, ¡más por menos!.

La obra se adjudicó el 11 de noviembre de 2021, inició construcción el 13 de abril de 2022, y debía entregarse el 25 de agosto del año anterior.

Lo más complejo de este asunto, es que hoy en día la obra está paralizada por terminación anticipada del contrato, dados los incumplimientos del contratista. Tanto es así que en un año y medio solo tuvo un avance inferior al 2%, pero lo desgarrador de esta historia es que los petardos olvidaron que los recursos de este tipo de obras se deben depositar en una fiducia, la que desembolsa al contratista por avance de obra, pero olvidando esos detalles, ellos entregaron los dineros a la firma constructora, la media bobada de $40.000 millones, y hoy no aparecen las obras, no aparece el contratista y mucho menos los petardos. No hay quien ponga la cara.

Hace poco, salió la ministra de vivienda a decir que ya habían hecho las respectivas denuncias en Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y demás entes de control, asunto que a mi parecer es un poco tardío, máxime si tenemos en cuenta que el tema lo denunciamos el 26 de abril de 2023 en debate realizado en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes, tal como se ve en el siguiente enlace.

https://www.facebook.com/share/v/G4WPWa3FcmpzJbkZ/?mibextid=oFDknk.

En resumen, se PETARDEARONNNNNNNNNN $ 40.000 millones de los manizaleños y nadie pone la cara.