Fatídico

Según la RAE, fatídico, es algo que anuncia o pronostica el porvenir, especialmente, anunciando desgracias. Hace poco, fue dado de baja el comandante guerrillero, “Hermes”, quien ejercía como uno de los comandantes del bloque Alfonso Cano, de las disidencias conocidas como Segunda Marquetalia.

Acaecida la muerte de “Hermes”, el alto comisionado para la paz, pidió disculpas y adicionalmente lamentó el acontecimiento al que calificó de fatídico, dado que, con el mismo, se maltrata la confianza del Estado con la Segunda Marquetalia. 

No puede ser fatídico, que el Estado ejerza su autoridad y elimine un hombre acusado de homicidio, narcotráfico, minería ilegal, secuestro, extorsión, reclutamiento de menores, entre otras conductas que afectan, de manera directa, las poblaciones más humildes del sur del país. Fatídico es que el estado se haga el de la vista gorda frente a los atentados permanentes en Miranda, Caloto, Morales, Jamundí, por citar solo algunos municipios, y que la población tenga que soportar pasivamente la furia de los alzados en armas, con la tolerancia inexplicable de un Estado que debe tener por propósito innegociable, la defensa de sus ciudadanos. 

Fatídico resulta, un funcionario del Estado que lamenta profundamente la muerte del comandante guerrillero, pero que nada dice frente al atentado a la estación de policía, frente a la muerte del adulto mayor que cuidaba motos, frente al campo minado en el que caen soldados del ejército, frente a las acciones constantes de una guerrilla envalentonada por la inacción de una fuerza pública, en muchas ocasiones amarrada de patas y manos por ese Estado que le impide actuar de la manera que los ciudadanos esperan. 

La esperanza que nos abriga y arropa es que el Ministerio de Defensa, no acoja la postura del comisionado de paz y consecuentemente, en vez de ordenar repliegues, instruya a los altos mandos para mantener la lucha por la recuperación del territorio, por el control de las zonas y por el mantenimiento de la seguridad.

Fatídico, es el panorama que se avizora y advierte si la respuesta militar llegase a depender de don Otty, pues ya sabríamos los colombianos que a los ataques feroces contra la población civil inocente, solo habría respuestas lisonjeras y halagüeñas, buscando congraciarse con los que solo merecen respuestas militares contundentes y enérgicas. 

El Estado es el Estado y los insurgentes son insurgentes, claridades las anteriores que se hacen necesarias, no vaya a ser que el Estado se crea insurgente y los insurgentes se crean Estado. 

Aunque para algunos, la muerte del comandante guerrillero, sea un asunto fatídico, para otros el retorno de la seguridad es la manera lógica, sensata, adecuada y equilibrada, de lograr un país lleno de esperanza, fortuna y alegría.