Mañana será la posesión del presidente del vecino país de Venezuela y si no pasa nada extraordinario, el dictador actual seguirá al frente del gobierno, asunto que no tendría nada de raro, sino fuera porque allí hubo elecciones y todo indica que mañana se posesiona precisamente el perdedor del proceso electoral.
Siempre se ha entendido que la democracia es el modelo, forma o proceso para que los ciudadanos escojan quién debe gobernar y quién debe apartarse de esas tareas, pero en Venezuela fue al revés, los ciudadanos terminarán gobernados por el que debía apartarse y al tiempo hicieron apartar al que debía gobernar.
Una desgracia inmensa para un pueblo cansado de un régimen nefasto, torpe, ciego y estúpidamente necio, que logró pasar de la abundancia a la miseria en cuestión de pocos años.
El problema real no era que ganara y gobernara Nicolás Maduro, el problema es que ya ha demostrado hasta la saciedad su completa incapacidad para dirigir una nación que tiene abundancia de petróleo y gas, al tiempo que tiene escasez de comida, servicios públicos, medicamentos, calidad de vida y derechos humanos.
Un país que era modelo económico en el mundo, con niveles de vida europeos, que ahora solo puede compararse con la economía de Haití.
Ustedes se imaginan qué hubiera pasado si Donald Trump se hubiera negado a entregarle a Joe Biden, o si ahora Joe Biden se negara a entregarle nuevamente a Donald Trump, o si Iván Duque se hubiera negado a entregarle a Gustavo Petro, o si Alberto Fernández se hubiera negado a entregarle a Javier Milei, ¿se imaginan?. Pues en el caso de Nicolas Maduro no hay que imaginarse, simplemente se niega a entregarle a Edmundo González, y lo peor es que muchos gobiernos cercanos se han quedado callados, aprobando de facto este golpe a la democracia de América Latina y del mundo.
Por lo pronto tendremos que decir que la presidencia de Venezuela se parece a una competencia deportiva donde el perdedor se lleva el trofeo para su casa procurando demostrar un valor deportivo que no tuvo en la carrera, aparentado ser el mejor pero con un trofeo robado.