El domingo anterior, se cerró un evento continental del que bien podríamos decir que se ha constituido en el evento político más importante de mucho tiempo.
Aunque la Copa América es el encuentro deportivo de selecciones de fútbol más importante del continente, en ocasiones como la presente y de manera concreta para nuestro país, se convirtió en un evento que logró la pacificación temporal del pensamiento político e ideológico de un país tan polarizado como el nuestro.
El evento es de esos pocos, que no es uribista, que no es petrista, que no es liberal, que no es conservador, que simplemente es de todos los colombianos, desde el estrato 1 hasta el estrato 6, pasando por mujeres, hombres y comunidades diversas, de los que anima el pensamiento de campesinos, citadinos, obreros e industriales, de alumnos y profesores.
Los muchachos de la selección lograron que el orgullo patrio fuera para todos y que la bandera se agitara por igual, haciéndonos olvidar por momentos los señalamientos recíprocos que la izquierda hace de la derecha, que la derecha hace del centro y que el centro hace de la izquierda; haciéndonos olvidar que el país no está tan mal por lo que los uribistas dicen de los petristas, o por lo que los petristas dicen de los uribistas.
Los muchachos de la selección nos regalaron alegrías que el Estado hace muchos años no nos da, nos dieron la esperanza que el Estado no da, y nos dieron la confianza que el Estado no tiene.
A todos nos hubiera gustado que esos muchachos que mostraron tanto sacrificio, disciplina, lucha, ganas y verraquera, se hubieran coronado campeones, lo cual infortunadamente no ocurrió, simplemente porque así es el fútbol, pero siendo sensatos, honestos y justos lo hicieron muy bien.
Por todo eso, gracias muchachos.