Marchar por la educación

Sobra decir que hago parte del Gobierno, pues mi condición actual de Alcalde así lo determina, pero hacer parte de este, no puede y no debe entenderse como una venda que impida ver lo que es palpable, claro y nítido, me refiero a la necesidad urgente de fortalecer la universidad pública y la educación técnica y tecnológica pública, sin desconocer la importancia que tiene el respaldo, fortalecimiento, modernización y actualización del modelo educativo secundario, primario y de transición.

Cerca del 90 % de los jóvenes que egresamos de los colegios públicos somos provenientes de los estratos 1, 2 o 3, es decir, que los colegios públicos son la gran alternativa (casi la única) de los más pobres.

A su vez, habrá que decir que la universidad pública es la gran alternativa (casi la única) de los jóvenes de estratos 1, 2 o 3 que logran ingresar a esta, luego de luchar los cupos con los estudiantes de colegios privados, que por esta misma razón pertenecen en su gran mayoría a los estratos 4, 5 y 6.

La marcha es porque, según se dice, las universidades públicas tienen déficit presupuestal, lo cual después de muchas explicaciones por parte del Gobierno Nacional, no se ha logrado desvirtuar. No se ha logrado porque no hay como; hoy para atender a cada estudiante universitario de la educación pública hay menos de la mitad del presupuesto que se tenía asignado hace 25 años. Así de simple.

No podemos hablar de calidad educativa en un país en el que las universidades públicas reciben cada vez un mayor número de estudiantes a la vez que reciben cada vez un menor ingreso por cada uno de ellos.

No resulta exagerado decir que las universidades tienen que atender hoy 2.5 estudiantes con la misma plata que se atendía hace 25 años. En otras palabras, habrá que afirmar que de haberse mantenido la ecuación económica, un estudiante de hoy tendría el 400 % más de lo que se tiene asignado actualmente. O incluso, más claro aún, un estudiante de hoy se atiende con el 20% de lo que debería tenerse si la proyección de los 90s hubiera permanecido.

¿De quién es la culpa?, algunos dirán que de todos los gobiernos de los últimos 25 años, otros dirán que el gasto de la guerra afectó la asignación de los recursos, alguien dirá que la deuda pública se llevó en intereses los recursos de la educación, no faltará quien señale la responsabilidad en las propias universidades por su pasividad, tolerancia y adaptación a esos cambios.

No se trata de buscar responsables, se trata de buscar soluciones, las que el Gobierno debe encontrar a como dé lugar, porque nadie entiende que ya se hayan encontrado los recursos para la defensa y atención del conflicto interno o la guerra, y no suceda lo propio con la educación.

Puede que la decisión de atender el conflicto interno nos haga más libres y más seguros, pero esa misma decisión de no atender la educación, nos hará más libres y más seguros, pero de lejos, mucho más brutos, ignorantes y desiguales.

La educación pública es lo único, repito, lo único que puede conducir a que los más pobres puedan salir de la pobreza y la marginalidad.

Sin educación pública adecuada y de calidad retrocederíamos muchísimos años. Por eso, aunque hago parte del Gobierno, comparto los reclamos de la universidad pública y creo que todos debemos exigir que se resuelva lo justo.

Si de verdad queremos un país justo e igual, la educación es el camino.