Colombia es un país de regiones, eso es innegable, y si algo hay que reconocer de entre esas regiones, es la pujanza del pueblo antioqueño. Una raza que tiene identidad propia, ADN de hombres y mujeres laboriosos, comprometidos, responsables y eficientes.
Esta zona del país ha dado muchísimo de que hablar, desde siempre, más concretamente desde su fundación. Incluso, cuando se llamaba Valle de San Bartolomé, territorio de la provincia de Popayán en parte, y de la provincia de Mariquita en otros sectores.
El Eje Cafetero, así como el Norte del Valle y el Norte del Tolima, somos el resultado de la colonización antioqueña, lo que generó que el país tuviera miles y miles de hectáreas brutas que debidamente aradas fueron convertidas en tierras adicionales para la siembra y cultivo de la floreciente industria del café.
Antioquia se ha distinguido a través de los tiempos por el trabajo arduo de sus gentes, por el desarrollo constante de nuevas ideas, por el juicio en las tareas encomendadas, por ser la cuna de grandes hombres, de grandes pensadores, de varios presidentes; por ser origen de las más destacadas industrias del país. Así mismo, por la firmeza de su economía y de manera especial, por haber sido la región que durante muchas décadas ha propuesto una federalización de las regiones del país, de lo cual se habló insistentemente en la última campaña regional de 2023, ante lo cual siempre ha habido gran oposición desde la capital, dada la importancia de Antioquia en la economía del país.
El PIB de Antioquía es superior al de Valle, Chocó, Nariño y Cauca juntos, es casi igual al de los departamentos de la Región Caribe, Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Guajira, Magdalena, San Andrés y Sucre juntos. Es en mucho superior al de Paraguay o Nicaragua. Así las cosas y con estos datos, es apenas entendible el peso que tiene esta región en la vida económica del país.
Lo que resulta curioso en todo este entramado, es que el gobierno nacional quiera ver a Antioquía con ojos de bacteriólogo y se niegue sistemáticamente a apoyar las iniciativas de este territorio, pues tal parece que desde el gobierno central, insisten en buscar enemigos y en neutralizar opositores políticos, olvidando que la campaña terminó hace dos años y que las comarcas necesitan desarrollo y futuro, máxime, tratándose de una región que se ha especializado en dar soluciones a los problemas que los aquejan, tal vez por eso mismo, hace varias décadas que tienen el metro que Bogotá no ha podido, tienen los túneles que muchas regiones sueñan, tienen dos aeropuertos para atender la demanda de Medellín, cuando muchas ciudades no tienen ni uno; tienen el desarrollo que ya quisieran en el Chocó o en La Guajira.
Como quiera que la postura centralista y humillativa del gobierno no es bien vista, ni bien recibida en Antioquia, han decidido los paisas crear una “vaca” o fondo de donaciones que tiene por propósito avanzar en la construcción de las vías 4G de este departamento, asunto que ha generado todo tipo de especulaciones y aspavientos.
No creo que se vayan a recoger un millón de personas que donen cada una un millón de pesos para un total de un BILLÓN, no lo veo posible por más regionalistas que sean estos paisanos. La convocatoria no llegará a la cifra propuesta; no obstante, generará un incómodo desgaste en el gobierno nacional que se siente desafiado en momentos de inestabilidad institucional.
Mientras el régimen central considera que las vías reclamadas por los antioqueños solo sirven para atender a los más ricos de la comarca, los paisas consideran que estas vías se necesitan no solo para el desarrollo de la región, sino más bien para el adecuado tráfico y comunicación del sur con el norte y del oriente con el occidente, pues finalmente son vías para la prosperidad que simplemente pasan por el departamento de Antioquia y que son necesarias para la prosperidad de todo el país.
Los citantes a la “vaki”, consideran que Antioquia es y debe seguir siendo un paraíso. Un paraíso y edén que necesita desarrollo y para ese desarrollo necesitan vías modernas y seguras. Esas vías necesitan plata que Bogotá parece no querer aprobar.
Como el gobierno nacional no quiere dar recursos, Antioquia propone que por vía de donaciones se puedan terminar las obras, aunque sea con una vaca que se pueda ordeñar en kilómetros pavimentados.
La discusión es si la vaca es legal o no, si debe seguir o no, quién debe controlar los ingresos aportados, si hay lugar al pago de tributos por efectos de las donaciones, quién y cómo se ingresan los dineros al presupuesto del departamento, si los recursos son públicos o privados.
En fin, habrá que esperar en que queda todo este debate para tener claro si se puede ordeñar o no, porque, al fin de cuentas, tal parece que, sin tetas, no hay paraíso.