Han pasado 2 años del actual Gobierno Nacional que preside y lidera Gustavo Petro, y la verdad es que el país no ha visto acciones que se puedan llamar sobresalientes o brillantes. Lo que hemos percibido es que el Gobierno gravita sobre una serie de ideas, respetables, pero bastante discutibles, aunque para ellos sean geniales, maravillosas, estupendas.
Su primera gran apuesta fue el tren elevado de Buenaventura a Barranquilla, asunto planteado el 11 de marzo de 2022, es decir, hace exactamente 2 años, ad portas de ser gobierno, y aunque hoy se habla relativamente poco de este proyecto, no podemos olvidar que cada que alguien pone el tema en la mesa de discusión, inmediatamente salen los esbirros del Gobierno a defenderlo con alma, vida y corazón.
Olvidan los escuderos del Gobierno, que de eso tan bueno no dan tanto, al punto es, que una idea semejante, como lo es el metro de Bogotá, inició estudios en 1940 y hoy, 84 años después, escasamente se está iniciando con la primera línea, la que, por demás, tardará varios años y debe sobreponerse a muchos celos e intereses.
Justamente, esa es la segunda idea maravillosa que hasta ahora nos han planteado desde el Gobierno Nacional, se trata del metro subterráneo de Bogotá, o el metro mixto, es decir, una parte elevada y una parte subterranizada. Este tema no estaría aquí, en esta galería de grandes ideas, de no ser porque la insistencia en hacerlo subterráneo proviene de quien no tiene la competencia para definir trazados, recorridos, ni sistemas.
El metro está contratado hace varios años, por parte de quien, si tiene la capacidad jurídica, y por tanto, existe un contrato que obliga a las partes, y que entre otras cosas, solo puede ser variado por el contratante y por el contratista, jamás por los posibles aportantes. Por razones como esas, la apuesta no pasa de ser una idea para coleccionar.
Otra gran idea, la encuentro en una reciente ley que procedo a explicar. Cada vez que se hace una encuesta en Colombia sobre la situación social y económica del país, los ciudadanos sacan a flote su molestia, su dolor, su rabia con la corrupción y la falta de mecanismos para reprimirla o controlarla. Es por eso, por lo que nunca podré entender la razón por la cual, en el plan nacional de desarrollo, se estableció que las entidades estatales puedan celebrar contratos directos, sin licitación, ni invitación, hasta por la mínima cuantía con personas naturales o entidades sin ánimo de lucro que hagan parte de la economía popular y comunitaria. Esta normita es noble, sin duda, pero ya veremos muchos municipios donde las licitaciones y las invitaciones se volverán escasas y desconocidas. Otra idea para coleccionar.
La defensa del medio ambiente es sin duda alguna un tema de esos que se volvieron innegociables para el Gobierno, lo cual está muy bien, pues la vida está íntimamente ligada a la calidad del aire, del agua, de los bosques. No obstante, la posición rígida del gobierno para vetar, impedir o dificultar al máximo los caminos de exploración y explotación de combustibles fósiles y de minerales de todo tipo, resulta bastante discutible.
Nadie entiende que Colombia tenga una agenda con la cual se busca que, para proteger el medio ambiente, no exploremos ni explotemos hidrocarburos, no obstante, para atender la dependencia energética que ello significa, ya se tiene pensado que traigamos gas de Venezuela, a 224 km, es decir, una distancia semejante a la que hay entre Manizales y Cali, lo que hace que el esfuerzo sea inútil. Otra idea para esta galería.
Bastante sorpresa causó en su momento una idea de esas que dejó a más de uno entre aburrido y abrumado. “Pagar para no delinquir”.
Ahora resulta que en Colombia se paga para que no se delinca. En otras palabras, al que ha sido honesto, honrado, buen ciudadano, no le llegará esta renta, pues bastante lejano se encuentra de los requisitos fundamentales, entre los cuales está ser bandido, ser jodido, ser delincuente, asunto que visto de esa manera bien puede constituirse en otra idea “genial”, pues el desarrollo de la idea nos indica que ¡Ser pillo paga!
Nos faltarían muchas páginas para ajustar esta galería de ideas geniales que, en la práctica, han demostrado que gobernar desde la oposición resulta más fácil que decidir desde el escritorio del Gobierno.
Solo falta que desde la casa de Nariño ordenen la construcción de un gran museo para seguir coleccionando ideas geniales.