Las cifras de criminalidad en Colombia son francamente aterradoras. Los hurtos, los atracos, las lesiones personales y los homicidios, ocupan destacados lugares en las noticias que día a día vemos por los diferentes medios de comunicación.
La constitución política determina claramente que “El alcalde es la primera autoridad de policía del municipio. La policía nacional cumplirá con prontitud y diligencia las órdenes que le imparta el alcalde por conducto del respectivo comandante”. Por lo anterior, no se entiende que, en muchas ciudades, los alcaldes culpen a otras instancias de los problemas de seguridad que se viven en sus municipios, pues si bien es cierto que en muchos casos el pie de fuerza es insuficiente, no es menos cierto que en otros tantos, lo que falta es colaboración y compromiso de parte del ejecutivo.
Según investigaciones del grupo Valora Analitik, los hurtos de vehículos en el período enero – junio de 2021, se incrementaron 12% respecto a los datos del período correspondiente al 2020, y los de motocicletas, en el período enero – junio de 2021, se incrementaron en un 18,8% en el periodo 2020, respectivamente.
Las cifras oficiales que brinda la policía, indican que el delito de hurto ha aumentado drásticamente, al punto que en los primeros 6 meses del año se reportó la ocurrencia de 175.082 casos, mientras que, en el primer semestre de 2020, se reportaron 95.136 episodios. Frente a lo dicho, algunos dirán que en 2020 estábamos confinados, pero en el primer semestre de 2019 (que no estábamos en cuarentena), se reportaron 143.380 hechos, lo que indica que en 2021 estamos casi un 24% por encima de 2019.
¡De los homicidios ni hablar! Mientras la tendencia en los últimos 10 años era a la baja, en 2021 todo indica que de continuar la ola de inseguridad que hoy arropa al país, habría un aumento significativo en las cifras.
Invamer realizó encuestas recientes acerca de la percepción ciudadana sobre inseguridad. Los resultados revelan que un 96% de los colombianos consideran que la inseguridad ha empeorado, lo cual es lamentable y preocupante.
Inversiones en cámaras de seguridad conducen a ciudades más seguras. Para el año 2015 Manizales tenía 116 cámaras de seguridad, es decir, una cámara por cada 3.413 habitantes. En 2019, y luego de inversiones cercanas a los 16.000 millones de pesos, con recursos gestionados ante el ministerio del interior por el senador Mario Castaño, llegamos a 465 cámaras, es decir una cámara por cada 860 habitantes, lo cual nos empezó a convertir en una ciudad más segura.
Las inversiones en estaciones de policía en sitios críticos ayudaron bastante. Por ejemplo, en Manizales solo se tenía una gran estación en el barrio Linares, y un espacio mal llamado “estación Manizales en San José”, y entendimos que la ciudad tenía una problemática impactante en sectores como: Ciudadela del Norte, San Sebastián, Bosques del Norte, Solferino, El Caribe, San Cayetano, Portón del Guamo, Bengala, entre otros. Procedimos con la construcción de una estación de policía que tuvo un costo cercano a los 6.500 millones de pesos y que una vez entró en funcionamiento, logró una reducción en los delitos del orden del 80% en área de impacto.
Inversiones y estrategias con actores del conflicto. En Manizales entendimos que los jóvenes de las llamadas “barras”, “pandillas” o “fronteras invisibles”, no necesariamente querían estar en el conflicto de manera permanente, pero, demandaban y reclamaban oportunidades para salir adelante. Pues bien, desde el gobierno establecimos una estrategia denominada “CAMBIA TU MENTE, CONSTRUYE PAZ”, estrategia por medio de la cual, brindamos a los jóvenes becas en universidades asociadas a la iniciativa, que nos donaban cupos en sus programas. Además, les brindamos oportunidades laborales en la alcaldía, les dimos asistencia con grupos interdisciplinarios, y todo esto, a cambio de su reintegración efectiva. El programa no solo acabó los “combos” en muchos barrios, sino que mereció el premio mundial de la ONU a la mejor iniciativa de gobierno local, por contribuir a la paz y la calidad de vida.
La presencia permanente de la policía y el gobierno local en las calles, es asunto que también contribuye a la generación de seguridad. En los cuatro años de mandato, tuvimos la fortuna de tener un secretario de gobierno que asumió con responsabilidad el encargo entregado. Cada fin de semana, sin falta, hacía operativos en compañía de 40 unidades policiales, visitando bares, cantinas y discotecas, en búsqueda especialmente de armas. Cuando inició la estrategia, se encontraban 150 armas blancas en promedio y una que otra arma de fuego. Al cabo de un tiempo y de la mano con los dueños de los negocios, nunca se encontraban más de 4 o 5 armas blancas en desarrollo de un operativo. La gente entendió que para tomarse un trago no necesitaban destornilladores, navajas, machetes, leznas, bisturís o cuchillos, sino que se podía ir sin armas.
Se fortaleció una estrategia denominada “CAMBIA ARMAMENTO POR ALIMENTO”, mediante la cual, la administración cambiaba bonos de comida por armas de fuego sin salvoconducto. Con esta iniciativa, logramos retirar una cantidad significativa de armas ilegales que, habían sido utilizadas para actos irregulares.
Mejores colegios, más espacios para ocupación de tiempo libre y generación de empleo, son estrategias paralelas que contribuyen a mejorar la seguridad.
Como se ve, no es un tema solo de la policía, tampoco es exclusivo de los alcaldes ¡Es un asunto de todos! en el cual, los propios ciudadanos tenemos que ayudar y colaborar.
Tal vez por estrategias como las planteadas, Manizales llego a estar casi dos meses con una de las tasas de homicidios más bajas del país para una ciudad capital y alcanzó cifras bajas para el promedio de Colombia, en delitos como hurtos.
A los alcaldes del país hay que decirles que necesitamos que busquen estrategias, caminos, salidas, soluciones, pero tal parece que algunos solo buscan excusas y responsables, y ese no es el camino.
Si los alcaldes se lo proponen, no hay duda qué LA SEGURIDAD SE PUEDE MEJORAR.