En noviembre de 2022, fue sancionada la ley 2272, por medio de la cual, se prorrogó y reformó la ley 418 de 1997, la que en su momento sirvió para que en Colombia se propusieran diálogos y acuerdos que nos llevasen a un modelo de paz total y por eso mediante esa ley, se consagraron unos instrumentos para la búsqueda de la convivencia y la eficacia de la justicia, a la vez que se dictaron otras disposiciones.
La ley 418, así como la 2272, están llenas de buenas intenciones, especilamente para que el gobierno pueda dialogar y transigir con insurgentes, guerrilleros, grupos armados organizados GAO, grupos armados organizados residuales GAOR, grupos delincuenciales organizados GDO, bandas emergentes y bandas criminales BACRIM, entre otros.
No obstante, el proceso se ha reducido y limitado a los diálogos, hipócritas por demás, con el ELN. Digo hipócritas, en la medida que el gobierno propone, atiende y cumple, frente a un grupo que se sienta a dialogar, pero no oye, no atiende y no cumple, pues si el grupo actuara con sinceridad, no tendríamos los paros armados en el Chocó, tampoco tendríamos las “retenciones económicas” de seres humanos, las que no son más que secuestros extorsivos, además no tendríamos vigentes las “vacunas”, mejor tipificadas como extorsiones, entre otros delitos.
Ahora bien, qué sentido tiene una paz “total”, en un país que solo se ha sentado con un actor armado que no cumple los acuerdos iniciales, que a cada rato amenaza con levantarse de la mesa o congelar los diálogos, y mientras tanto se dejan por fuera de los diálogos, a muchos grupos insurgentes o criminales, cuando menos una veintena de grupos armados de alta peligrosidad.
Además del ELN, también tenemos las autodefensas Gaitanistas de Colombia AGC, Las Disidencias de Las FARC, La Oficina de Envigado, Los Mesa, Los Pachenca, La Cordillera, La Nueva Marquetalia, Los Costeños, El Tren de Aragua, Los Caqueteños, Los Chukys, Los Chacales, Los Rastrojos, El Clan del Golfo, Los Puntilleros, Los Pelusos, La Inmaculada, La Constru, La Local, Los Mexicanos, entre otros, en un país que según cuentas del propio Gobierno y de algunas ONG tiene por lo menos 2.000 bandas criminales (BACRIM) debidamente organizadas.
Es realmente aterrador, que mientras nosotros insistimos en la paz total, Las Disidencias de Las Farc, sigan infiltrando a sus combatientes en el ejército, con la intención de matar a sus superiores y robar el armamento, como acaba de ocurrir en Putumayo, lo cual desdibuja el noble propósito de la norma y de la iniciativa.
La paz total, es sin duda alguna, una buena intención que en la práctica ha funcionado muy mal, pues el ciudadano de a pie no advierte disminución alguna en los índices de inseguridad, y muy por el contrario, las noticias diarias dan cuenta de asaltos en panaderías, locales, centros comerciales, restaurantes, bares, como viene ocurriendo día tras día en Bogotá; quema de vehículos y homicidios en asonadas coordinadas, como ocurrió recientemente en Tuluá, incremento de las áreas sembradas de coca, con cifras históricas, paros armados, ataques a la fuerza pública, incremento en las extorsiones, secuestros extorsivos, cobro de “impuestos”, etc.
Hasta ahora, la paz total solo ha servido para justificar el pago por no delinquir, lo cual fue reglamentado por el decreto 1649 de 2023 el que tiene por propósito “reglamentar el Programa Nacional Jóvenes en PAZ”, cuya finalidad es implementar una ruta de atención integral para los y las jóvenes en condición de extrema pobreza y vulnerabilidad, los jóvenes rurales, los jovenes en explotación sexual, vinculados o con riesgo de vincularse en dinámicas de criminalidad, en territorios afectados por la violencia y el conflicto armado que han sido históricamente marginados y excluidos.
El 1649 es un decreto que plantea una gran polémica. Un millón de pesos para algunos jóvenes como contraprestación para que no hagan nada, o más bien para que se abstengan de hacer daños y/o cometer delitos, en un país en el que un soldado de la patria, recibe un auxilio de $ 650.000 para que hagan de todo, desde patrullar, cargar leña, prestar guardia, hacer vías y sobre todo, exponer la vida.Con lo que tenemos, pero sobre todo con lo que nos falta, ¿de cuál paz total estamos hablando?.