En un país de América, donde supuestamente son “demócratas”, no valieron los votos, las lágrimas, las súplicas, ni los forcejeos para recuperar la libertad que los venezolanos vienen esperando, soñando y suplicando por muchos años.
Para estas elecciones, los candidatos y sobre todo los ciudadanos, hicieron lo que estaba a su alcance, pero no les alcanzó y es que, que difícil es luchar en contra de un poder acomodado, atornillado y tramposo.
Ese domingo 28 de julio quedará para siempre en la memoria no solo de nuestros hermanos vecinos, también del mundo que evidenció como, sin vergüenza, sin rubor alguno y sin pena de ninguna clase, el fraude reinó en unas elecciones que solo fueron un show mediático, porque desde siempre sabían, no quién sería el elegido, sino quienes serían los perdedores.
Tres días después de las elecciones, los verdaderos ganadores aún tienen la esperanza de poder demostrar la victoria y lograr ocupar el lugar que les fuera deferido por los electores; otros aún salen a las calles a reclamar lo que les quitaron, algunos han dado su vida en medio de protestas contra un gobierno que amedrenta y calla, otros simplemente deciden callar y ver desde la barrera como se les va nuevamente la vida esperando no solo la libertad, sino ver regresar a sus familiares, padres, hijos, hermanos que salieron lejos en busca de una mejor calidad de vida, la que seguramente tampoco es fácil de encontrar cuando decides emigrar.
Es cierto que cerca de dos millones de venezolanos piden que Maduro siga siendo su opresor, perdón, su gobernante. Pero también es verdad que más de siete millones de venezolanos piden a grito herido que se vaya, que se largue, que pase a la historia.
Al final de todo, considero que el dolor no es porque los gobierne un tirano reelegido, es porque ellos no escogieron a su tirano, ni mucho menos lo reeligieron. Los llamaron a escoger y les dejaron el que no querían, el que no escogieron, el que no señalaron.
El pueblo venezolano no merece la suerte que la vida les da. No pueden vivir eternamente condenados al hambre y la miseria, cuando Maduro nada, en ríos de abundancia.
Llegó la hora del pueblo, es el momento de que GANEN LOS GANADORES, es ahora o nunca.