Faltando 26 días para cumplir su primer año en la tan anhelada posición por la que trabajaron durante meses, con largas jornadas en busca de convencer a los votantes para ganar su confianza y ocupar el cargo para el que tanto se prepararon, empiezan a rendir cuentas a la ciudadanía.
Las cuentas se deben rendir a quienes confiaron, pero también a quienes no confiaron, porque al final de la contienda terminan liderando y gobernando a simpatizantes y a quienes no estaban afines a sus ideologías y propuestas.
Se acabó el plazo que permite la improvisación, se acabó el plazo para quienes creían que gobernar solo era mandar detrás de un escritorio, llegó la hora del proceso que los obliga a informar y a responder qué tanto han hecho por las necesidades de los ciudadanos, qué tanto han cumplido de ese plan de Gobierno con el que convencieron a sus votantes, qué tanto han resuelto de lo que en campañas criticaban con ahínco.
Lo que si es cierto, es que lo que inicialmente no parece importante, con el pasar de los días, las semanas y los meses, los ciudadanos empiezan a preguntar por las obras que nunca pidieron, las pavimentaciones por las que no preguntaron a los candidatos durante la campaña, las propuestas que no leyeron, las acciones sociales, las ayudas humanitarias, empiezan a aparecer en el radar de quienes tienen todo el poder para controlar, supervisar y cuestionar. En resumen, los que tienen el poder de elegir.
Ya no hay tiempo para improvisar, para justificar primiparadas y la falta de gestión, muy por el contario es momento de mostrar y contar lo realizado.
Seguramente a estas alturas, ya hay muchos mandatarios que perdieron amigos, recuperaron otros y encontraron algunos amigos nuevos, porque así es la política, no solo se pierda o se gana en las urnas, se pierde y se gana en la vida, algunos simpatizantes dejan de ver las buenas acciones por el incumplimiento de acuerdos que no están en manos de ese líder que eligieron y algunos detractores más osados, celebran las buenas acciones porque al final, solo era un tema de confianza y fe.
Rendir cuentas es el espacio para reafirmar argumentos. Unos confirman que eligieron al adecuado, mientras que otros se arrepienten de su decisión.