¡Nos quitan hasta las zonas verdes!

En el Congreso se ven proyectos realmente sorprendentes, algunos tan extraños que podrían calificarse de exóticos.

Después de tres años escuchando y analizando todo tipo de iniciativas, puedo decir que pocas veces me he sorprendido y, de hecho, ya me acostumbré a debatir propuestas que uno ni siquiera entiende de dónde salen.

Sin embargo, la feria de ideas exóticas no se detiene, y la verdad es que la imaginación legislativa no tiene límites. A veces pareciera que el Congreso no busca soluciones para los problemas reales, sino que se inventa problemas para justificar nuevas ideas.

Muchos congresistas alardean del número de proyectos que presentan, pero ¿cuántos de ellos benefician realmente a los colombianos? ¿O se trata solo de una cifra para presumir?

La semana pasada nos trajeron un proyecto ideado en plena pandemia de COVID, que en el contexto actual es innecesario y, sobre todo, imprudente.

¿De qué se trata? Ni más ni menos que de una ley que pretende que los municipios de categoría especial (como Bogotá y Medellín), así como los de primera y segunda categoría (es decir, casi todas las capitales del país), entreguen sus zonas verdes a las juntas de acción comunal, asociaciones de vecinos, JAL, organizaciones cooperativas y demás, para convertirlas en «huertas urbanas».

Una iniciativa noble, pero torpe. Terminaríamos con zonas verdes llenas de hortalizas que unos siembran, pero otros cosechan. Más repollos y cebollas públicas, pero menos canchas deportivas. Más árboles de naranjas y mangos en espacio público, pero menos áreas de recreación para los ciudadanos.

¿No exigimos recuperar el espacio público? Ahora resulta que el Congreso quiere hacer lo contrario: entregarlo. Y la excusa es la seguridad alimentaria, como si no tuviéramos millones de hectáreas rurales aptas para sembrar y cosechar.

No podemos permitir que legislar se convierta en una competencia de quién radica más proyectos. Esto debe tomarse en serio y, sobre todo, debe servir para resolver problemas, no para crearlos.

Como decía el poeta popular: «No vaya a ser que, por ponerla María Ramos, le pongan la embarramos».

Los ciudadanos han perdido muchos derechos; no hay razón para que ahora les quieran quitar las zonas verdes. NO HAY DERECHO.