La vía Manizales – Pereira, conocida como “autopista del café”, está completamente oscura entre la estación Uribe y el peaje de las pavas, lo cual parece inentendible en una vía que tiene peaje por lado y lado, o se paga viniendo de santagueda, o se paga viniendo de Chinchiná, pero en todo caso, se paga porque se paga.
El 21 de abril de 1997 se suscribió un contrato de concesión entre el Instituto Nacional de Concesiones INCO, hoy AGENCIA NACIONAL DE INFRAESTRUCTURA -ANI- y la Sociedad Autopistas del Café S.A., según el cual esta última tiene la responsabilidad de atender 256 kilómetros de vía, y para ello cuenta con 7 peajes que soportan financieramente la operación, la recuperación del capital invertido, mas las utilidades propias de una inversión de esta magnitud.
Pocas vacas han dado tanta leche en la historia de esta región, como esa “autopista”, que en el fondo no es más que una vía de doble carril, con algunos tramos que 24 años después de haberse suscrito el contrato de concesión, ni siquiera doble carril tienen.
De Manizales a Santa Rosa hay 39.7 kilómetros y la concesión cobra dos peajes en ese espacio de terreno, de tal suerte que se paga un peaje unos 20 kilómetros después de salir de Manizales, y se paga otro unos 14 kilómetros después, antes de llegar a Santa Rosa, asunto que no se explica por si solo, pues es igual a decir que se pagan peajes cada 17 km.
En un viaje entre Manizales y Santa Rosa, cuestan más los peajes que la gasolina.
El 17 de mayo de 2016, la AGENCIA NACIONAL DE INFRAESTRUCTURA -ANI- demandó ante la cámara de comercio de Bogotá la terminación del contrato de concesión, lo que implicaba la reversión de la vía y las obras a favor del estado, ministerio de transporte.
Una de las razones alegadas en la demanda es que, según la ANI, “el concesionario Autopistas del Café S.A. había obtenido su tasa interna de retorno (TIR) el 27 de noviembre de 2013”.
Según la ANI Las cifras recibidas en retorno por parte de Autopistas del Café, son iguales a “un valor de inversión de Construcción y Rehabilitación por CIENTO SETENTA Y DOS MIL QUINIENTOS NOVENTA Y SIETE MILLONES CIENTO DOCE MIL DOSCIENTOS SESENTA Y SIETE PESOS ($172.597.112.267) constantes de septiembre de 1996”, más “OCHO MIL DOSCIENTOS TREINTA Y DOS MILLONES QUINIENTOS OCHENTA Y DOS MIL CINCUENTA Y TRES PESOS ($8.232.582.053) constantes de septiembre de 1996” por concepto de Construcción de Infraestructura de Operación, es decir que la ANI señalaba que la concesión hizo inversiones totales por unos CIENTO OCHENTA Y UN MIL MILLONES DE PESOS $ 181.000.000.000 constantes de septiembre de 1996.
En la decisión adoptada por el tribunal de arbitramento, en página 131, aparece un flujograma que indica que para el año 2021 hay un estimativo de ingresos igual a $ 20.000.000.000 VEINTE MIL MILLONES DE PESOS.
Por eso no se entiende que en una empresa que maneja una “autopista” que genera gastos para los automovilistas por varios miles de millones de pesos cada mes, no le alcancen los recursos para pagar una factura de energía que permita mantenerla iluminada entre Chinchiná y Manizales; de hecho, tampoco está iluminada entre Santa Rosa y Chinchiná.
En su momento, Autopistas del Café pretendió que el municipio de Manizales “iluminara” la autopista, olvidando varias cosas, entre ellas, olvidaron que la vía es nacional, que el negocio es de ellos y finalmente que la responsabilidad es del concesionario.
En mayo de 2020 el tribunal contencioso administrativo de Caldas zanjó la discusión al resolver una apelación a sentencia de primera instancia proferida por el juzgado segundo administrativo del circuito de Manizales. En dicho fallo el tribunal resolvió ordenar a la Agencia Nacional de Infraestructura ANI, que en un plazo máximo de SEIS meses debía restablecer la iluminación en la autopista del café, en el tramo estación Uribe – la trinidad.
Ya han pasado 15 meses después del fallo, es decir, mucho mas de los seis fijados en la sentencia y la “autopista” sigue igual de apagada, igual de peligrosa, igual de olvidada.
La ANI no puede pasarse las decisiones judiciales por la faja, no señores, así no funciona el estado de derecho, y menos cuando el obligado es el estado mismo.
Hasta ahora hay un ganador y dos perdedores. El ganador sigue siendo el mismo que viene ganando desde hace muchos años, el concesionario; el primer perdedor fue la ANI, que es el estado mismo, y que para este caso resultó condenada, y el gran perdedor hasta ahora, es aquel que lleva muchos años pagando miles de millones de pesos, el usuario de la vía, el mismo que en las noches paga un peaje para transitar por entre unas montañas oscuras, donde nada se ve, y lo peor, en caso de una varada, queda completamente abandonado en medio de la nada.
Las sentencias no se discuten, se cumplen. Esta decisión judicial necesita ser acatada, no podemos quedarnos con una gran sentencia, pero sin energía.