Por estos días se viene adelantando el debate y la discusión de la ley estatutaria de Reforma a la Educación, un asunto que resulta evidentemente necesario en nuestro país. Es indispensable que tengamos claro que la educación es la verdadera transformación de la sociedad y el verdadero cambio de las costumbres malsanas que hoy carcomen gran parte del modelo de Estado que tenemos.
La reforma plantea cambios que son adecuados y necesarios al momento político e histórico que estamos viviendo; eso no tiene discusión. Entre esos cambios podríamos citar el fortalecimiento de modelos educativos “propios”, tales como la educación en poblaciones indígenas, afros, raizales, ROM, palenqueras, lo cual contribuye a robustecer costumbres ancestrales en pueblos, que, por mandato constitucional, deben ser objeto de especial protección del estado colombiano.
La nueva norma busca ofrecer garantías a sectores de la población que históricamente han sido discriminados u olvidados. Entre estos sectores, podemos destacar las zonas rurales y de difícil acceso, para las cuales se proponen nuevas alternativas, entre ellas, conectividad a internet de manera constante, permanente y con suficiencia de datos y velocidades, asunto que en las zonas urbanas carece de mayor importancia, pero que en zonas rurales se vuelve imprescindible.
Además, esta normativa propone garantizar el transporte escolar y un programa de alimentación para todos los estudiantes de las instituciones educativas públicas, lo cual me parece una iniciativa noble y generosa, sin embargo, es importante destacar que aún no se dispone de una cifra consolidada del gasto fiscal, lo que podría plantear desafíos, especialmente durante la revisión de constitucionalidad, que, por cierto, es automática por parte de la Corte Constitucional.
Otro asunto que fue discutido y que ha quedado aprobado, es la obligatoriedad de contar con licenciados en Educación Física para impartir clases de esta materia desde la educación primaria. Aunque pueda parecer intrascendente, en muchos casos no se imparten clases de Educación Física en primaria, sino simplemente actividades físicas, lo cual, no es igual, marcando una diferencia significativa. En la mayoría de las instituciones, estas clases son impartidas por docentes profesionales, pero en otras áreas del conocimiento.
Una cosa es cuando el profesor que dicta Lenguaje, Religión, Geografía, Matemáticas, Historia y otras materias, también es el encargado de la “Educación Física”. En estos casos, suele recurrirse a actividades donde se les asigna a los niños el simple juego con una pelota, y se evalúa el resultado del juego como parte de la clase de Educación Física. Otra cosa es cuando un profesional en Educación Física orienta la materia con criterio profesional desde temprana edad, como debe ser, y es el encargado de dictar dicha materia como ha quedado aprobado en la reforma. En ese escenario, la situación cambia significativamente.
El tema de las entidades especializadas para la enseñanza de personas con discapacidad también ha sido abordado. No podemos permitirnos el lujo de tener en un mismo salón a niños videntes junto a invidentes, hablantes con sordomudos, o personas con discapacidades físicas, especialmente en edificaciones de 6 o más pisos. La situación suele resultar en casos de acoso escolar tan graves, que los niños con discapacidad terminan abandonando los procesos educativos.
Por eso, la reforma propone la creación de colegios con dedicación especial y la capacitación de profesores específicamente para atender a estas comunidades que, más que nunca, necesitan recibir atención adecuada a sus necesidades, porque lo más saludable es recordar que cuentan con protección constitucional especial.
La reforma no es cosmética, es bastante importante y tiene muchos asuntos que impactarán positivamente la calidad de la educación de nuestro país.
En el Congreso estamos: ¡REFORMANDO LA EDUCACIÓN!