Muy sorprendidos, con mi intervención, quedaron varios de los asistentes al foro denominado «el futuro económico está en el centro», celebrado el fin de semana, en La Dorada, Caldas; donde gabinete en pleno de la Gobernación de Caldas y algunos representantes a la cámara, hicimos un pequeño balance de lo que ha sido el apoyo por parte de cada uno de nosotros para La Dorada, un municipio que sin duda podría ser la capital del Magdalena Medio.
País hipócrita, así fue como inicié mi discurso cuando me preguntaron qué había hecho por La Dorada desde mi posición congresional. En ese momento les recordé lo fácil que resulta cuestionar a los congresistas, cuando las pullas provienen de aquellos que fustigan sin conocer las trabas que tenemos los corporados cuando queremos apoyar proyectos en pro de nuestro territorio.
Resulta paradójico que los congresistas sean llamados a rendir cuentas por parte de
La Corte, sobre la base de presuntos tráficos de influencias, solo por gestionar los asuntos que demanda el desarrollo de las regiones.
Pero aún más incongruente resulta el hecho de ser cuestionados cuando no buscamos los recursos. En este caso son los ciudadanos los que nos cuestionan, reclaman, demandan y castigan por la falta de apoyo a los municipios, así que no sabemos qué posición tomar, si nos arriesgamos para que nos llame La Corte o no hacemos nada y que los votantes nos cuestionen.
Muy pocos saben la labor de un Congresista y para lo que somos elegidos, según lo dice la página del Congreso no va más allá de “elaborar, interpretar, reformar y derogar las leyes y los códigos en todos los ramos de la legislación”, lo que indica que no está a nuestro alcance la presentación de proyectos para municipios, función explicita de cada uno de los alcaldes. Sin embargo, si es nuestra función ser enlace frente al Gobierno Nacional, buscando apoyo para cada uno de los mandatarios locales que tienen listos sus proyectos.
Patinar o hacerle lobby a un proyecto desde nuestra posición puede acarrear múltiples situaciones como el llamado de la Corte Suprema, en su función de investigar y juzgar a los miembros del Congreso. No hacer el ejercicio es recibir el llamado de atención en las urnas.
Esa es LA REALIDAD DE LOS CONGRESISTAS.