No nos digamos mentiras, no vamos bien, pues el país tenía el sueño, la esperanza, la confianza y la fe en que el presente modelo de gobierno sería en mucho, diferente a los anteriores, pero no nos digamos mentiras, ha sido más de lo mismo, tal vez con buenas intenciones, pero sin resultados alentadores que nos pudieran demostrar que las cosas han mejorado.
No nos digamos mentiras, en materia de seguridad las cosas lejos de mejorar, han empeorado. Las guerrillas andan envalentonadas, las tomas guerrilleras han regresado, los retenes en las vías no los hace la policía de tránsito, los hace el ELN. El reclutamiento de menores se prohibió en el ejército, pero se fortaleció en los grupos insurgentes, y de las masacres ni hablar, las cifras son alarmantes; según informe de la ONU, las masacres en Colombia se incrementaron en 6,5% durante el 2023. De las áreas sembradas en coca que tanto nos quejábamos, pasamos a tener inmensos sembradíos que nos colocan con las peores cifras de la historia.
La situación de seguridad en las ciudades no es mejor ahora que antes, todo lo contrario, las bandas criminales transnacionales como el Tren de Aragua, se convirtieron en actores centrales de estas terroríficas olas de violencia.
No nos digamos mentiras, en materia de crecimiento económico, tampoco vamos bien, pues varias acciones del gobierno han desestimulado inversiones foráneas, especialmente en minería, hidrocarburos y empresas relacionadas con esos sectores, lo que ha conllevado a que las cifras del desempleo se mantengan constantes e incluso a que hayan empeorado en algunas regiones. Según el DANE en junio de 2024, la tasa de desocupación del total nacional fue 10,3%, lo que representó un aumento de 0,9 puntos porcentuales respecto al mismo mes de 2023 (9,3%).
No nos digamos mentiras, en materia de confianza frente al gobierno las cosas no van bien, basta con mirar las encuestas que se realizaban hace dos años al gobierno recién llegado, momento en el cual, el país político y social aprobaba al gobierno en porcentajes cercanos al 80%, pues se creía, se confiaba y se esperaba; hoy, dos años después, las mismas encuestas hablan de desconfianza, falta de credibilidad, perdida de la fe y la esperanza, con aprobaciones que escasamente llegan al 35%.
No nos digamos mentiras, no vamos bien en el agro. Los campesinos que fueron soporte fundamental para la llegada del nuevo gobierno, creyeron firmemente que se les iban a entregar 3 millones de hectáreas, pero hasta ahora las cifras más optimistas no sobrepasan las 180 mil adquiridas; también esperaban una reforma agraria que a la fecha brilla por su ausencia, pues el gobierno no ha logrado conciliar ni con los campesinos ni con los actores políticos para la cristalización de un sueño plural en el área rural.
No nos digamos mentiras, el país no va bien en materia de seguridad energética, pues si bien es destacable el interés del gobierno por propiciar una transición energética justa con claro respeto por el medio ambiente y por la vida, no es menos cierto que el proceso se ha hecho de manera atropellada sin definición clara de fuentes alternativas, ante lo cual nos hemos visto abocados a escenarios catastróficos donde se propone o plantea que pasemos de la seguridad energética a la dependencia, en sectores tan sensibles como el gas e incluso el petróleo, pues se ha pretendido que el país acabe con la exploración y explotación sin tener claro de dónde saldrán los combustibles que demandan la industria, el comercio, el transporte y la vida en familia.
No nos digamos mentiras, ya faltan menos de dos años para que culmine el actual gobierno y de mantener el modelo aplicado en los dos años anteriores, no conoceremos el paraíso prometido, muy por el contrario, profundizaremos más brechas y las diferencias que le dieron a la izquierda una razón y un argumento para pedir el respaldo popular, el cual después de recibido no se ha visto compensado con acciones que nos permitan decir “estamos mejorando”.
El gobierno tiene dos años para demostrar que sus contradictores están equivocados, pero mientras tanto tendremos que decir, con bastante dolor por demás, que las cosas no van bien, no han mejorado, no hemos avanzado, así de sencillo, no nos digamos mentiras.