Uno de los proyectos más llamativos que se discute hoy en el Congreso de la República es aquel mediante el cual se propone que todas las personas que tengan licencia de conducción o la llegasen a tener en el futuro queden adscritos a un modelo según el cual, reciben 20 puntos, los cuales no podrán perderse antes de tres años, so pena de una suspensión de la licencia.
Con esta medida se busca que quien cometa una infracción a las normas de tránsito, además de pagar el costo económico de la falta, reciba una sanción colateral que le recuerde que, si pierde los 20 puntos, se enfrentará a las siguientes consecuencias:
• Suspensión de la licencia por 12 meses en la primera ocasión.
• Suspensión por 24 meses en la segunda ocasión.
• Cancelación definitiva de la licencia en la tercera pérdida total de puntos.
Este modelo no es una invención colombiana. Ya funciona en varios países del mundo, especialmente en Europa, aunque también ha sido implementado en algunos países de América, entre ellos, Argentina, Chile y México. Legislaciones que, al igual que la europea, argumentan que este sistema genera reducción de accidentes, mayor responsabilidad vial y conciencia ciudadana.
En lo personal, creo que el establecimiento de la medida no es malo. Sin embargo, considero que deben hacerse ajustes importantes, ya que no es lo mismo aplicar la reducción gradual de puntos a un conductor que va de su casa al trabajo en su vehículo particular, que a una persona que conduce un jeep, un taxi, una buseta o un camión. Los niveles de exposición son completamente distintos y lo más delicado es que esta medida podría poner en riesgo el trabajo y la manutención de muchas familias.
La norma en tránsito legislativo contempla una asignación oficial de 20 puntos a cada conductor, pero también establece la pérdida de 4, 6, 10 o hasta 15 puntos, dependiendo del tipo de infracción cometida. Con esto, es perfectamente posible que un conductor de taxi pierda su licencia en un solo día por razones que no necesariamente implican conductas dolosas, como:
• Tener el equipo de carretera incompleto o vencido.
• Conducir con la puerta de la buseta abierta.
• Tener un bombillo fundido en la luz delantera.
La idea de imponer un modelo de licencia por puntos merece debate, y tal vez aplicación, pero hay que revisar como se aplica el nivel de sanción al sector del transporte público, para que no sea tan fuerte y no terminen siendo los más afectados, pues de lo contrario estaríamos desconociendo la naturaleza de muchas infracciones, que no representan un riesgo directo para la vida, como:
• Cambiar el color del vehículo.
• Cambiar el motor.
• Pegar una calcomanía en un vidrio.
• Olvidar la licencia de conducción.
Mientras tanto, hay otras faltas que sí merecen sanciones mucho más severas, como:
• Pasarse un semáforo en rojo.
• Exceso de velocidad en zonas escolares.
• Circular con fallas técnico-mecánicas graves.
El debate está abierto, tanto por la importancia de la medida, como por el impacto que podría tener en un sector de la población que hace de la conducción su modo de vida. La pregunta es si estamos siendo justos y equilibrados en esta propuesta, o simplemente estamos volviendo al populismo punitivo.
¿Qué piensan ustedes?